martes, 6 de mayo de 2008

Presentación Chilean Poetry

4 señas para olvidar la tachadura de la Chilean Poetry

Por Guido Arroyo

Conocí a Rodrigo Arroyo gracias a un ejemplar del primer número de la revista Antítesis. Recuerdo que fue un sábado por la mañana y la resaca me impedía concentrarme en la lectura. Cuando vi su nombre, la carrera que cursaba, la fecha y el lugar de nacimiento, recordé animado a un primo cuyos datos coincidían con los del poeta que ahora presenta públicamente su libro. Luego leí con atención el siguiente poema:

El día que recuerdes mi palabra
volverán de a poco las sirenas,
cavarás un agujero en la cola del piano
y recordarás que el problema era el exceso de maquillaje y de hendiduras
en el rostro.
El problema era que no decían nada de los caídos
del sujeto, del predicado, del dinero.
El día que recuerdes mi palabra recordarás también
que un poema no depende de su economía de palabras,
de su olvido en la repetición o su cercanía con el cuerpo.
Un poema no depende de ser poema
poesía, poética,
comunicado
ruido de sirenas
caminata por el laberinto,
recuerdo
u orden de fusilamiento a medianoche.

Mi desilusión fue muy grande cuando Rodrigo -mi primo sanguíneo- del otro lado de la línea telefónica, aseguró que nunca escribiría un verso que no sirviera para coquetearle a una mujer. Por otra parte, si él hubiese sido el poeta que leía, yo no sería el único anormal de futuro incierto en la familia, estaría un poco más acompañado… pero no, seguir con la anécdota no viene al caso, porque mi desilusión fue grande pues el poema me pareció notable. No se trataba -ni se trata- de utilizar la escritura como mera apelación que sirva como ajuste de cuentas, ni de inscribir una angustia escritural que decanta en metapoesía y que bien podría representar un sentir generacional. La intención parecía ser una poética de aparente atemicidad, que busca limpiar los referentes simbólicos directos que han sido el derrotero de innumerables propuestas estéticas de y desde la chilean poetry,. Intención que ahora, de seguro precariamente, trataré de desmenuzar.

Desde el Laberinto
Un sujeto se esconde porque hay una tierra que quiere olvidar, hay siempre una casa que ya no existe. Desde allí emerge esa tesitura melódica y sinuosa que enuncia los poemas de este libro, y que a ratos pareciera apropiarse de una voz generacional, de un nosotros que en efecto aparece: “No hemos muerto y lo deseamos, retornamos, y no a lo mismo”, dice Rodrigo, haciéndose parte de aquel sentir generacional, pero negando la pretensión Nerudiana de hablar por el otro -porque quizá lo que se quería era callar como una cortada lengua india-. El nosotros tampoco corresponde al de una asentada o delimitada generación poética. Si bien es posible caer en la postura facilista de encasillar a los escritores por correspondencia etaria, no estamos frente al puntapié de la generación del 2000 ni a una reproblematización sobre las generaciones del ochenta o noventa en Chile. Ya existe mucho de eso, mucha tela que cortar quizá sabiendo que los colores elegidos no combinarán en ningún traje.


Fuente: Letras.s5.com. Página chilena al servicio de la cultura

*el texto, en su totalidad, se encuentra en el siguiente link:
http://www.letras.s5.com/ga050508.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

GENIAL rodrigo mi primiiitoo
jajjaajaajaajaaaja

Anónimo dijo...

GENIAL priimooooo jaajaj
teee qqeeerruuu muuuchooooo
chaooo!

Anónimo dijo...

GENIAL
MAKI xd q ti bn primo